jueves, 2 de mayo de 2013

Sobre el derrumbe del techo de la Casa Popular Candanga: Los negocios inmobiliarios casi causan una nueva tragedia



La tarde del 30 de abril, víspera del día de lxs trabajadores, era una tarde que comenzaba con mucha alegría, color, música y expectativas por la inauguración de un nuevo espacio de encuentro social y cultural en la ciudad de Rosario, en la esquina de Alem y Pellegrini.
La llamamos Casa Popular Candanga.
Esa noche, anteanoche, comenzaba a concretarse en un nuevo espacio, el sueño de muchos y muchas de pensar y construir un lugar de encuentro, debate y participación. Una Casa para transformar esta ciudad y esta sociedad, para forjar otra cultura, solidaria, creativa, rebelde.

Pero había problemas edilicios en la infraestructura de la Casa, que nos ocultaron cuando la alquilamos. Problemas edilicios que la municipalidad nunca controló, porque como sabemos no hay ningún control estatal al momento de alquilar.
Paso lo que nadie esperaba y nadie quería: una parcela del techo se derrumbó. Ocho personas cayeron a la habitación de abajo. Afortunadamente, ninguna de ellas sufrió heridas de gravedad. Tampoco las tres que estaban en ese cuarto. Podría haber sido una tragedia.
Inmediatamente, suspendimos la actividad para que las personas heridas recibieran la atención médica necesaria.

Especulación inmobiliaria: negocios para pocos y un estado que no regula
El derrumbe del techo de la Casa Popular Candanga es un síntoma, la cara perversa del boom inmobiliario de la última década.
La ciudad se fragmenta, se reparte. Unos pocos ganan, las mayorías perdemos. Se desarrollan millonarias inversiones en vivienda de lujo, para especular y/o lavar dinero ilegal.
Como pueblo trabajador sufrimos esta situación de diversas maneras. Sobre todo en las barriadas, con viviendas precarias y sin acceso a los servicios básicos. Pero abarca a la inmensa mayoría de las y los laburantes, que si no hay un profundo cambio de políticas no podremos acceder nunca a la casa propia.
Precisamente, el estado en sus tres niveles tiene responsabilidad en esta situación. Porque los créditos y la construcción de vivienda social son medidas limitadas y llegan a pocas familias.
En nuestra ciudad, la municipalidad ha dado vía libre a la especulación inmobiliaria: sanciona ordenanzas que benefician a los grandes grupos del sector, no regula el mercado inmobiliario -por ejemplo, podría establecer precios máximos de los alquileres- ni tampoco controla las condiciones edilicias de casas y departamentos.
En esta situación, los dueños e inmobiliarias tienen una clara ventaja para imponerse y seguir haciendo negocios.

Defendamos los espacios de cultura popular
Esta situación que, afortunadamente, no tuvo consecuencias mayores, da cuenta de la falta de espacios para el desarrollo de actividades culturales sin fines de lucro.
Tanto en Rosario como en otras ciudades de la provincia, se vuelve cada vez más evidente el nulo lugar que otorgan las distintas esferas estatales a los proyectos culturales y a artistas que trabajan de manera autónoma.
En realidad, sólo los ubican en la lista de lugares por desalojar. Lo hicieron en 1998 con el viejo Galpón Okupa, ubicado en España y Wheelright, en galpones abandonados del ferrocarril. Lo hicieron el año pasado con la Kasa Pirata. Lo intentaron este año en Santa Fe con el Centro Cultural y Social El Birri, un emblema de espacio cultural autogestivo; la resistencia y el rechazo popular frenaron el desalojo.
Por eso, planteamos la necesidad de que entre todos quienes reconocemos el problema y pretendemos encontrar una solución, busquemos la forma de apuntar la necesidad de que los distintos niveles del Estado generen políticas públicas que abonen al desarrollo de iniciativas culturales.
La Casa Popular Candanga, espacio sostenido de manera autogestiva, está pensado con el propósito de construir con adolescentes y jóvenes de la ciudad desde una perspectiva cultural, y es por eso que alberga un sueño y una esperanza de inclusión para muchos. Porque este sueño no es sólo nuestro. A todas y todos los que se acercaron a compartirlo, les decimos gracias: por haber aportado una nota musical, una cuota de color y ritmo, por haber apostado. Pero gracias también por el aguante y acompañamiento en el momento más difícil.
Junto a ustedes y a todos los y las que sientan que otra cultura es posible y necesaria vamos a continuar la pelea por construir y sostener espacios que se acerquen a nuestros sueños de transformación social.
regional Rosario

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