Frente
al desplazamiento del Jefe de la Policía Santafesina y el asesinato
de Maximiliano El Quemadito Rodriguez. Declaración
del Frente Popular Darío Santillán (Corriente Nacional) Rosario
Las
injusticias del "Modelo", el narcotráfico
y la politiquería siguen condenando a nuestros jóvenes
y la politiquería siguen condenando a nuestros jóvenes

El
desplazamiento del jefe de la policía santafesina y el asesinato de
Maximiliano El
Quemadito
Rodríguez parecen escenas de una película ya vista. Individuos que
caen y son reemplazados por otros. Funcionarios y dirigentes de
variado pelaje cruzan acusaciones, prometen, exigen, como si las
culpas fueran solamente ajenas. Mientras tanto, las maquinarias
infernales, alimentadas a sangre y dinero, siguen intactas.
Desde
el Frente Popular Darío Santillán- Corriente Nacional expresamos
nuestra profunda preocupación por esta situación y reclamamos
soluciones integrales, de fondo. Reclamamos políticas públicas para
la pibada de los barriadas populares: vivienda, trabajo, educación,
salud, deporte; que se avance en una profunda reestructuración de la
fuerza policial; que se desmantele la red de negocios entre policia y
sectores del poder político y judicial; que se investigue y condene
a los grandes capitalistas, los que viven en el lujo, lejos de la periferia, y lucran con la vida de nuestros
pibes y pibas.
Todos
quemados
Dos
escenas tejen la trama social y política de nuestra ciudad. Por una
parte, el teatro mediático que protagonizan funcionarios del
gobierno provincial y municipal, y representantes del justicialismo
autóctono y funcionarios nacionales. Fuegos verbales cruzados,
chicanas y bajezas son el común denominador. Ni un mínimo de
autocrítica y reconocimiento de la gravedad de la situación. Parece
que los mueve un frío cálculo electoral: cómo se golpea de la
mejor forma para rapiñar un votito por acá, y otro por allá.
La
otra escena, que compone la vida real y cotidiana de la otrora ciudad
obrera, hoy devenida en asilo del boom sojero, es dominada por las
caras visibles del millonario negocio del narcotráfico: bandas
delictivas que derraman sangre en su encarnizada lucha territorial al
amparo de la connivencia policial.
Soldados
y generales
El
asesinato de Maximiliano Rodriguez, el hijo del
Quemado, realizado a plena luz del día en la esquina de
Corrientes y Pellegrini, es un capítulo más de este drama diario.
Maximiliano Rodriguez era uno de los imputados en la causa conexa al
Triple Crimen de Moreno; causa en la que se investigaban los
enfrentamientos previos a la fatídica madrugada del 1 de enero de
2012 en la que fueron asesinados –por un grupo comandado por
el Quemado- nuestros compañeros Jere, Mono y Patóm. Había
sido excarcelado el 28 de diciembre pasado, cuando se había cambiado
la carátula de la causa en la que se juzga el ataque a Facundo Osuna
ocurrido tres días antes del triple crimen de Villa Moreno, tras
haberse modificado la calificación de "tentativa de homicidio"
por la de "lesiones graves".
Estas
bandas –que responden a familias históricamente vinculadas al
negocio narco en la región- son la cara visible de una
organización criminal que produce ganancias fabulosas al tiempo que
instala la violencia y la muerte como forma de vida. Como ha señalado
con insistencia el periodista Carlos del Frade, el incremento
exponencial de este enorme negocio capitalista y los homicidios que
ocurren en las calles rosarinas, son la cara de la misma moneda.
Estas bandas criminales, con sus jefes y “soldaditos”, son sólo
eso: la punta del iceberg. Debajo de la superficie, existe un
entramado que involucra a la institución policial, a la Justicia y
al poder político (por acción u omisión), empresarios y
“profesionales” (abogados, contadores) inescrupulosos. Ellos son
los grandes ganadores de este negocio. Y no suelen aparecer en las
páginas de la sección policiales. Lavan hasta su nombre.
La
salida del cuestionado ex jefe policial e investigado por
enriquecimiento ilícito, Cristian Sola, parece hasta ahora un mero
cambio cosmético. Es que a pesar de los sucesivos cambios en la
cúpula de la provincia, la estructura y los negocios oscuros siguen
siendo intocables. Después de haber provocado la renuncia del ex
ministro de seguridad, Leandro Corti, el gobierno del Frente
Progresista parece haber archivado cualquier intento de
reestructuración profunda de la fuerza policial.
Modelos
Una
política decidida a enfrentar al negocio del narcotráfico debe
abordar diversas aristas para ser viable y no sólo una nueva puesta
en escena coyunturalista y ultramediática. Debe intervenir por
abajo, en el contexto que posibilita la inserción y reproducción
del narcotráfico, y por arriba, desarmando la red de complicidades.
La
persistencia de bolsones de pobreza y exclusión, a pesar del
crecimiento económico a tasas chinas de los últimos 9 años, no es
un fenómeno externo al modelo que defiende el kirchnerismo ni un
“daño colateral”. Por lo contrario, es una consecuencia clara de
la continuidad de un patrón distributivo regresivo, donde las
políticas sociales sólo se han dirigido a aliviar las situaciones
más críticas. Y, también cabe indicar, existe una gran
responsabilidad de parte de los gobiernos municipales que, al ritmo
del boom sojero e inmobiliario, optaron por mirar más al Paraná que
dirigir sus esfuerzos hacia los barrios. El retraimiento de las
políticas sociales de la Municipalidad, insistentemente denunciado
por los trabajadores y trabajadoras de la Secretaría de Promoción
Social, es una muestra contundente de las prioridades del gobierno
socialista.
Así,
las barriadas populares se convierten en un ámbito propicio para la
instalación de bandas narco. Sin estudio, trabajo ni futuro, para la
pibada convertirse en soldados representa la fantasía de acceder a
un mundo de acción, dinero fácil y drogas. Un acceso efímero, que
termina con los pibes asesinados por otras bandas y la misma policía
por el control del territorio.
Para
desarticular el narcotráfico y prevenir el delito organizado, las
cámaras de seguridad –o, para ser más precisos, de vigilancia-
no sirven para casi nada. Sólo para engordar los bolsillos de los
mercaderes del nuevo negocio de la inseguridad.
Alternativas
Desarticular
el narcotráfico implica atacar los poderes de hecho que lo sostienen
y elaborar un nuevo paradigma de seguridad que necesariamente precisa
de un cambio del contexto social. Es necesario que los peces gordos
sean investigados y condenados. Pero resulta fundamental que existan
políticas públicas dirigidas a garantizar derechos básicos como el
acceso a la vivienda, a la educación y a la salud, para que las
expectativas de nuestros pibes no se reduzcan a ser un soldaditos.
¡Jere,
Mono, Patóm y César, presentes!
¡Basta
de matar pibes y pibas en los barrios!
¡Desmantelamiento
de negocios entre policía, poder político y judicial!
¡Por
una vida digna para toda la juventud!
Frente
Popular Darío Santillán- Corriente
Nacional
regional
Rosario
Santiago
Pampillón (Ciencia Política y RRII, Psicología, Arquitectura,
Veterinaria) el grito (Humanidades y Artes)
Agrupación
de trabajadores y trabajadoras La Fragua
Colectivo
feminista Malasjuntas
Colectivo
cultural Digna Rabia
Espacio
de Derechos Humanos
Espacio
de Bienes Comunes
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